Camino por aquellos momentos que llenaron mis horas.
Así todos los recuerdos de las quimeras ideadas llegan.
Quién haría versos de aquello que fue y de lo que será.
Los brillos de las ideas se han vuelto palabras huecas.
Unas engendradas en sabiduría y las más, en la necedad.
¡El amor y el desamor tienen sus horas contadas!
Todo el germen se hace viejo y desgastado por el tiempo.
Ese feroz juez no perdona ni en los días ni en las noches.
Son crisálidas apresuradas en mariposas que nacen presas.
Empero, vuelan, se mueven con pasos cortos de presidio.
No hay libertad sin vuelos al antojo y extensión de las alas.
¡El tiempo vive y muere para revivir en otro espacio!
Sólo se llega a la meta cuando la placidez te acoge sin prisa.
Crepuscular es la dicha de los amantes que saben amarse.
La entrega es el destino que se otorgan las almas amantes.
En brasas centelleantes y coloridas vuelan los fuegos de la
pasión, cuando un místico hielo calienta la vida y la muerte.
¡La pasión es el calor que tendrá su deshielo oportuno!
Un corazón florecido por el polen de la poesía canta y reza.
Canta porque ha llegado la alegría y reza para que se quede.
Nada es más oscura que la noche en los ojos del amador…
Rictus de susto tienen sus pupilas y bajan el cortinaje para
evitar que el ensueño se despierte ante lo frugal de la luz.
¡Cada amante, con su amor a cuesta, intentará perpetuarse!
Raiza N. Jiménez/ 15/06/2016