Mujer, hoy es tu día
y eres por tus hijos agradecida,
la emoción te embarga
y corona la alegría actual
todo el trayecto de tu vida;
tu memoria recuerda bien y mal,
y la sabe dulce-amarga.
Sí, su ardor quema tu boca, y te quema
tu pasión loca de mujer verdadera,
que se jugó al amor y venció
en cuerpo y alma, ¡toda entera!
Marido difícil te tocó,
pero supiste soportarlo y perdonarlo;
pusiste arte, pusiste ciencia,
fuiste agua, fuego, aire y tierra,
¡nada faltó! Y, en tu paciencia,
ladrillo por ladrillo,
edificaste tu castillo:
hogar, santificado por tu amor
y tu labor.
¡Tú la construiste! No esperaste
a que alguien la hiciera realidad,
no quedaste en placeres momentáneos:
fabricaste la felicidad...
día a día, mes a mes y año a año,
¡puro bien, ningún daño,
siempre dando y amando
en hecho y en verdad!
Hoy es el día en que recibes el premio,
hoy te rodean tus hijos, tus nietos
y el varón que te ganaste
para compañero de tu techo,
¡ahí están los que bebieron de tus pechos!
ahí están los que te acompañan el trecho
de existencia que Dios te da,
ahí están tus poseídos y tus dueños,
haciendo realidad tus sueños
y entregándote el diploma que has ganado,
portando un sello de aval sagrado
y, en cuatro letras, el título anhelado:
no de reina ni princesa,
es, aún, de más nobleza,
es que todos te llamen ¡de: Mamá!