Yo no soy un poeta,
ni un soñador que imagina caminos,
de un mundo mejor sin guerra ni religión.
Pero hoy,
como un perro hambriento,
caminando entre la tierra desnuda,
en un barranco blanco,
andando buscando cañas para mi huerta.
he visto como si fuera un sueño,
sembrada la tierra, no por mano humana,
sino por la propia naturaleza.
Docenas de tomateras, y otras hortalizas,
levantadas de la nada,
entre guijarros del barranco.
Quizás;
la huerta de un poeta,
un soñador o un profeta.
Tendrá su día de tragedia,
el día que llueva.
Y yo tendré mi día mágico ,
agua del cielo para mi sediento huerto.
Angelillo de Uixó.