Rosa de los vientos

Como música en los labios

Como canciones que siempre sonaron y nunca se cantaron,

como melodías de la naturaleza y de las máquinas, del viento y de la palma,

del pájaro y de la palabra, del puente y del sur.

 


Como tiempos que nunca pasaron o aventuras que siempre quisimos,

como sueños y pensamientos que fueron liberados.


Así, como lo que tenemos para decir y no nos animamos,

como una gaita a lo lejos, como una guitarra desafinada que va tomando armonía,

como un acorde en el piano, como una promesa.

 


Así, como el susurro, la brisa y la flor.

 


Como secretos que parecen revelarse, como la ternura en una roca,

o la suavidad en lo áspero, o la oscuridad en el sol, o en la caricia el golpe,

 en la mentira la verdad y en la verdad la mentira.


Como el caos que empieza a ordenarse para nosotros.

Nuestro caos, nuestro orden.


Como música en los labios, como poesía en las hojas que no llegamos a escribir, como fantasía en realidad, como una ilusión cumplida.

 


Así, como el susurro, la brisa y la flor.


Como el coro, el eco y el ademán. Como la intención, la acción y la consecuencia.

 

¡Vaya que somos poetas! Amantes de la belleza y las personas,

amantes de la verdad, de la sinceridad y de los momentos,

de los instantes que no siempre quedaron en fotografías.

Amantes de la soledad y del silencio,

amantes del campo y la ciudad,

caminantes, trotamundos.

 


¡Vaya que somos poetas! Amantes de la vida y del sentimiento,

de la pureza, de la esperanza y de la humanidad.

Amantes de la luz y de la oscuridad, de lo claro y lo oculto,

de lo evidente y del misterio.

 


¡Vaya que somos poetas! Trastornados, apasionados,

 atraídos por los desafíos de la expresión,

 como música en los labios, traicionados por nuestra declaración.

Abiertos al dolor y al sufrimiento, expectantes del mundo y sus reacciones,

desesperados por la inspiración, atacados por el miedo y valientes en el corazón.

 


¡Vaya que somos poetas! Amantes desolados y abandonados,

amantes perseguidos, desaparecidos, escondidos, exiliados, muertos,

vivos en nuestra poesía, en la transición a la eternidad,

vivos de amor y lealtad. VIVOS, como música en los labios.

 


Así como la brisa, el susurro y la flor.

 

VIVOS, porque alguien nos escucha, alguien nos lee,

a alguien le importamos, alguien nos habla, nos dice, no le somos indiferentes.


La inspiración es un regalo de Dios y Dios quiere que lo compartamos,

como música en los labios, ¿la cantas con nosotros?