No sabes cuánto odio toparme contigo, no sabes cuánto detesto este revoltijo, de luces de neón, de piedras, de rayos que se queman en el aire y sentimientos que se sienten como sentiría la tierra, al arrancarse de ella las encarnadas raíces de árboles que se han quedado sin aliento, aliento que se me arrebato el día en que tus ojos abrieron las alas y se fueron, allá a alguna parte de esta vida donde yo ya no tengo nada que ver ni hacer, la impotencia de negarme a que te borres de mi vida es una estrella que se precipita a la muerte, después de un resplandor que ciegue todo recuerdo nuestro hallar una oscuridad errante que cae en sí misma como por una espiral que se posa muerta en mis hombros, en mis hombros y en mi pecho que es aun peor.
No sabes cómo odio toparme contigo, este latido adrenalinico de mi corazón como pájaro que aletea fuego en la mano de alguno que está hambriento, lo peor es que sé que ese aleteo es para nada, nada cambiara, nada sana, solo le da más alma a las brazas, maldigo tus ojos que me sueñan, maldigo tus labios que no hablan, maldigo la verdad que me mina el alma y tu voz que es como una mariposa negra en la cabecera de mi cama.