Espero, como un ciego espera ver la luz algún día,
que un día puedas leer mis versos
y te enamores de ellos.
No. No pido que te enamores de mí,
pues eso, sé, es imposible;
tu corazón es tan difícil de alcanzar,
y, siendo sincera, no estoy dispuesta a luchar por él;
saldría perdiendo,
arriesgaría todo por algo tan incierto.
Eres tan maravilloso,
mereces algo mejor que este manojo de de emociones sin orden,
mereces a alguien estable y cuerdo,
y esos no son, exactamente, adjetivos con los que me describiría.
Mereces a alguien que te ame,
que te abrace, que te proteja;
que no se esconda,
que no llore todas las noches.
Simplemente, mereces a alguien que no sea yo.
Por eso, sólo pido que al leer esto te enamores de las palabras,
te enamores de los sentimientos impregnados;
porque, al haberte enamorado de eso
te habrás enamorado de mí sin haberlo hecho.
Me habrás amado sin tener que haber soportado todo lo que soy
sin tener que haber pasado por el dolor que conlleva tenerme cerca.
Sin haber llorado.
Esto es lo mejor que te puedo ofrecer.
Espero, como un idiota espera tener una racha de suerte y ganar la lotería,
que me leas,
y sí la vida es benévola conmigo
te enamores de mis versos.