Sí, estuve destrozada,
me quebré en millones de pedazos,
creí que jamás podría recuperarme.
Ninguna pieza envainaba, y me rendí.
Decidí que era más fácil vivir así que enfrentar la situación,
me resigné a la idea de no estar completa;
pero aún podía ser feliz...
Y así, sin querer, el tiempo,
experto en rompecabezas,
eterno reparador;
poco a poco fue reconstruyendo mi alma.
En ocasiones sentía como si nada hubiese pasado,
pero, me rompí, y aunque hoy estoy bien
aún hay fisuras por donde se cuela el dolor