Por la fresca tarde del estío
A la ventana a solas quedando
Se percibe el gran poderío
Del cielo; lo admiras callando.
La llanura azul infinita
El cerúleo techo del cielo
Turquesada bóveda bendita
Sorbe la vista con sumo anhelo.
Abarca la eternidad temible
El lindo cielo vespertino
Ilimitado e indivisible,
Callado, frío y divino.
La luna plateada adorna
El toldo azulado de seda
El sol a la mar se retorna
Y el oeste con luz emboveda...