Si supiera el dolor que me provoca
escucharla contar de los instantes,
que el marido con besos la sofoca
con deseos voraces y constantes.
Me tortura callar mi sentimiento
escondiendo del alma sus pasiones,
evitando decirle lo que siento
y que llena mi vida de ilusiones.
Yo quisiera ponerle, si le escribo,
que le miento al decirle: Soy tu amigo,
pues sus besos en sueños yo los vivo,
y el deseo se vuelve gran castigo.
En mis cartas le digo que la estimo,
mas quisiera gritarle que la adoro,
que su imagen, en mi alma la comprimo
y la llevo guardada cual tesoro.
Y quisiera contarle a todo el mundo
que la siento durmiendo en mis regazos,
que este amor tan callado es muy profundo
y mi vida destruye en mil pedazos.
Cuando escucho su voz me quedo estático,
y me siento perdido en su armonía,
a pesar de saber que soy pragmático
me imagino gozando su alegría.
Este amor se convierte en mi suplicio
pues es duro vivir en agonía.
donde pierdo la paz, y pierdo el juicio,
por vivir esperando sea mía.
La condena podría terminarse
si sus labios dijeran: ¡Yo te quiero!
mas se bien que jamás podrá entregarse,
aunque siembre de espinas mi sendero.
Autor: Aníbal Rodríguez.