Violencia galopante que se
estrella y ruge contra las rocas,
que arremete el escudo,
que dobla la madera.
Imparable bestia que toma
sin pedir.
Fuerza elemental que
destruye y da vida;
que construye con tinta de
sangre y lágrimas nuevas páginas.
Ensordecedor tambor que
calla los relámpagos del cielo y
arrodilla a las bestias.
Que duerme a los inocentes con su
dulce voz agitada,
en sus brazos,
llevándolos a las entrañas de la misma tierra.
Octavio Márquez