Soy el barco aquel que sarpò una clara y tivia mañana
de verano.
En aquel entonces, todo era optimismo y se auguraban
buenas travesias por los siete mares.
Pero la vida es traicionera como el mar y sus confines:
mientras tengas calma, prepàrate para lo peor, incluso,
para naufragar y perderlo todo.
Prepàrate para quedar flotando en un mundo desconocido,
en un mundo donde ya no tienes el control y eres presa facil
para otros.
Un dia en los confines de los oceanos, me perdì
Y las olas de la vida me hicieron naufragar.
Me sentì solo, frio y abandonado.
No existe soledad màs amarga que cuando
creèmos que Dios nos ha dejado solos.
Soy ese barco, esa barcaza, ese pequeño bote
que navega sin rumbo, sin capitan y a la deriva.
Soy ese navio que se perdiò
y que no quiere encontar puerto,
por que donde hay puerto,
hay que anclarse.
Y cuando nos anclamos nunca sabemos
cuando volveremos a partir.
Mientras, nos hacemos viejos.