Has llegado a mi vida,
y al parecer has llegado para no irte jamás,
tu presencia en mi vida
es tan persistente
como gotas de lluvia golpeando una ventana.
Tú eres pequeñas y refrescantes gotitas de lluvia
golpeando mi triste y oxidada ventana.
No quiero que seas lluvia pasajera,
quiero que siempre estés ahí,
insistentemente golpeando mi ventana;
quiero que llegues hasta mi corazón
y lo hagas sentir de nuevo.
Mira las margaritas en mi jardin;
están secas y sin vida,
pero con un poco de cuidado y paciencia,
con un poco de amor,
con un poco de lluvia, todo se vuelve más hermoso.
Por eso quiero que,
con tu mágico orvallo
hagas florecer mi corazón,
le des vida y color,
le des ilusión,
felicidad...
Quédate, pues los días lluviosos son mis favoritos.