Nunca sentí mayor deseo
que el de colgarme de las nubes,
ni el de tus labios con los míos
supera la emoción
De imaginar que yo volaba
y que viajaba por el viento,
tampoco el negro de tus ojos
me provocó tal sensación.
Llámame infantil,
dime soñadora;
pero más que tú, las nubes
me siguen a todas horas.