No es cuento que subsisto dormida en una roca
así como Nereida me olvido de que hay mundo,
de veras que en mis sueños un templo bello fundo
en donde soy la virgen besándote en la boca.
No es cuento que tu adiós quimeras me provoca
razones por las cuales mi llanto es muy profundo,
ya siento que mi vida la pierdo en un segundo
y todo por tu amor que pone mi alma loca.
¡Las aves un penacho me dan de bellas plumas,
arrullo hallo en las olas, compaña en los delfines,
caricia en los sargazos, colchón en las espumas!
¡La sangre tiene precio…y néctar los jardines
tan sólo si a mi cuadro tus témperas las sumas
y pones en mi cara tus besos de carmines!
Nereida, hija de Nereo Dios de las olas del mar