Mujer, labios suntuosos. Oh, Quién fuera
besos aglayos de tus silenciosas
primaveras, y donde crecen rosas
junto al rosal plantado por tu vera.
Mujer, senos de Esfinge Azul y austera.
Tú, desierto de arenas misteriosas.
Dime: por qué das mieles primorosas
a mi Egipto, de plagas venideras.
Yo tengo sed: traed pues el desierto,
los dromedarios ante mí, y luego
podéis mujer, mostrarme vuestro fuego
y beber de tus aguas, como un muerto
que cae cual blasfemo hasta tus ojos.
Mujer, tengo sed de tus labios rojos.
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David John Morales Arriola