Arturo Urbano

SALIENDO DE LA CIUDAD

Hoy, como es habitual voy rumbo a casa,

a través del vidrio empañado puedo ver alejarse las luces de la ciudad,

una ciudad que sufre de insomnio,

que se ve cansada, agobiada de la cotidianidad,

de ese latir incesante de un corazón de cemento,

con carros que son conducidos por individuos grises,

seres cuyo rostro es primo hermano de la desconfianza,

a los cuales hasta el reflejo que da el espejo les parecer un enemigo de temer.

 

Pasa un momento y ya no oigo el continuo palpitar,

¿Qué ha pasado, la ciudad descansa?

No, yo descanso de ella.