¿Será posible hallarle disgusto a lo esplendido?
¿Sumergirse angustiosamente en la realidad soñada?
¿Acaso existe la ligera posibilidad de incomodarse mientras se sonríe?
De ser así, me niego a ser participe de tal conspiración.
No aprecio el motivo ni le doy la bienvenida a la sombra circunspecta que así se lo propone.
¿Puede uno envolverse en un atuendo de discordia y dejar de lado el contento?
¿Divisar el silencio codiciado y aun así estremecerse ruidosamente?
¿Se puede nadar en un océano confortable y placentero y aun así sumirse en el temor de ser ahogado?
Si la respuesta no es otra más que un sí, ¡Vaya calamidad la que nos acoge!
Que me suceda o no dicha maldición, quiero desconocerlo.
Tal vez tenga razón quien así lo reza, o tal vez es un cuento impuesto en la conciencia.
Al fin y al cabo ¿A quién debe uno obedecer?
Sea cual fuere el resultado de la exultación, me dispongo a comprobarlo
Mientras duermo en su cómodo regazo de mansedumbre hasta que la realidad me alcance
Y dé respuesta a su pulsátil misterio.