Mujer; esfinge perpetua de aprender a amar, figurita de porcelana, que anda, pie del mundo y continuidad sustantiva que emana de tu alma.
Tu corazón es rojo como los atardeceres que caen sobre mis pensamientos, haciéndolo sentir tan mío, tan puro, prospero y casto, que sin ti la tierra es nada, y llora en su canto.
Ah, que tierna eres cundo mis ojos los cierran tu boca durazno, y te vuelves sosiego que penetra a mi espíritu.
Caminas entre la multitud, y resaltas como sol al universo sin dejar estrella bella, inundando todo el infinito como el verso al papel de Neruda.
Ay mujer, que bella puedes ser, es por un por siempre que eres eso que le da gracia y belleza al mundo.
No existe algo más entero y bello que tú, fascinación, verbo, sustantivo, amor y entrega, tú, solo tú, mi bella mujer.
Marc Téllez González.