Desnúdate, que hace frío,
y aúllale a mis lunares.
Somos fuego.
Y apunten y disparen.
Qué tristes están las camas
que no se deshacen a estampidas...
Le hacemos la competencia
con gemidos
al vecino loco del segundo
que siempre va pegando gritos.
A ver quién puede más.
Vaciamos botellas de vino y veraneamos
en plena noche de diciembre.
Sin ropa.
Sin prisa.
Sin frío.
Sin ganas de parar.
Los demás
ponen notas en el ascensor:
\"¡quereros en silencio!\"
Pero ¿cómo vamos a acallarnos,
si el amor es grito y concierto?
Bésame
hasta dejarme afónica
la espalda.
Nos podemos besar más alto,
pero no más claro.
Escándalo de mordiscos y arañazos
en la penumbra.
Ya no tenemos miedo.
El vértigo nos tiene a nosotros.
Pero no nos vamos a caer:
Nos han crecido alas en todas las cicatrices.
Quién nos iba a decir
que los orgasmos supieran tan bien
en boca del otro.
Vas y vienes,
como las olas de plata
en los atardeceres de Cádiz.
Me traes el Agosto al cuerpo.
Dibujo paisajes en tus ojos
cada vez que los pones en blanco.
Y dicen que el chocolate es igual que el sexo…
Eso será porque no te han dado un mordisquito.
Nuestros huesos chocan
y suenan como castañuelas.
Estallan cohetes en nuestra cama
cuando grito tu nombre.
Los vecinos aplauden
La gente sale a bailar a la calle
Como en la escena de alguna película mala.
Los niños se bañan en las fuentes.
y el vecino loco se ríe y nos grita:
“¡Ya era hora!”
Es que somos inevitables.
Te acurrucas en mi pelo.
Acuno tus bostezos
hasta que se te cierren los ojos
y de tus párpados nazcan
títulos de poemas.