Aborrezco las noches en ausencia
de ti, de tu silueta, de tu ser,
las luces del ocaso anuncian
la soledad fortuita que me sigue,
una noche mas sin tu arribo
con ese silencio atronador
que se percibe en las sombras,
en los ecos, en los crujidos,
en el vaso vacío que reposa
en la mesa, en la realidad,
en estar incompleto, y en ser
un rompecabezas del fracaso.
En la tiniebla bailan recuerdos
y en mis manos el tacto se agudiza,
te busca entre las sábanas,
y se me eriza el vello de la piel
que sin ti esta insatisfecha.
Se pausa el tiempo en su camino
y este cuerpo inerte te piensa,
en ferviente rebeldía te presiente,
te grita, y no te estrecha,
entre sombras, entre luces,
su recinto es amplio espacio
y línea de tiempo que me acaba;
esta nube de sueños se resbala
sobre la mente desnuda y sobre
el instinto.
Percibo un aroma de orquídeas
que el viento delicadamente exhala;
y ese perfume se instala
en mi profundo corazón latente.
Esta fascinación por pensarte
por la sensualidad intangible,
por la inestabilidad y lo eventual;
soy yo en confusa paradoja.