La noche se me vino encima
derroche de amor sin espinas
cálida es su brisa
que sutil me acaricia,
mas, su lucero ilumina
los adentros de mi sentir
y en mi palpitar, con frenesí
peregrinos versos escribo por tí.
Marejada de estrellas acarician
el lamento de mi afligir
no puedo a mi alma rendir
las dolencias que me incriminan,
mas tú sabrás comprender
mi terca y noble pasión
viajando en azul estela de ilusión
a los albores del ayer.
Dulce noche que me abraza
remordiendo algún querer
libera mi angustia, sin perder
el cendal de tu melaza.
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
- Argentina - 20-05-2016
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