Tengo un amigo que se llama Mario,
tiene 23 años y cierta ya tristeza en la mirada,
es Licenciado en Educación Física y un montón de cursos que dan mareo,
sin embargo sus trabajos son rutinarios, mal remunerados con límite a la nada.
Creo que es un fenotipo de su generación,
enorme dificultad en tener un salario mucho menos que digno,
cierta rabia e impotencia con moderación,
aun así con educación exquisita y talante magnánimo.
Es el socorrista los fines de semana cuando yo nado,
me mira siempre con atención y cierto a la vez sopor,
lucha por mejorar y salir del ostracismo y salarios de miseria,
no refleja aunque yo lo percibo cierto dolor.
Mario refleja la tristeza de mi país,
gente joven sobradamente preparada pero algo impotente,
ante un mercado laboral cerrado a la inexperiencia y con salarios de miseria,
que no sabe expresar su rabia impotente.
Mario me enseña otra realidad,
otros techos de cristal para los no enchufados,
que no consiguen encontrar trabajos dignos a pesar de su terquedad,
maldito país de mierda que quita la esperanza a sus jóvenes más cualificados.