Max Hernandez

Un extraño sueño...

Ayer tuve un sueño extraño, que hizo que despertara temblando,

De sudor completamente empapado, y con lágrimas en los ojos,

Y en lo profundo del pecho un grito ahogado,

Por el terror y la angustia que en sueños había enfrentado...

 

Soñé que era un niño pequeño, que aún estaba en el seno materno,

Acariciaba con curiosidad las paredes tiernas, del dulce lugar que me acunaba.

Sentía música, y en mi pequeño pecho mi corazón saltaba,

Con sensaciones que mi pequeña alma disfrutaba, y soñaba, mucho soñaba,

Al escuchar una voces extrañas, que me parecían venidas del cielo.

Pero algo me despertó bruscamente, y no era un sueño,

Unas garras terribles me destrozaron por completo,

Me desmembraron, me decapitaron, corrió la sangre a raudales,

Y terminé en un tacho de basura, destrozado y muerto, sin entender

Si era por culpa mía, que me privaron de la vida y de toda esa ternura...

 

Mas no fue solamente ese mi sueño, pues también soñé que era un pequeño,

Que acariciaba el dulce pecho materno, y sentía su calor y amor inmenso.

Ella me cantaba hermosas canciones, me acariciaba, me decía que era bello,

Y que nunca nadie nos separaría, pues nuestro amor era eterno.

Pero ella ya no está, me quedé solo en el mundo inmenso,

Apenas podía gatear, y pude salir a ver que sucedía fuera del cuarto pequeño,

Encontré el cuerpo de mi madre, frío, ensangrentado, con un puñal en el pecho,

Y al lado suyo, muchos cuerpos mas, y toda la aldea quemada por completo.

Mi llanto atrajo a otros niños, que me recogen y me llevan en sus pequeñas manos,

Y con ellos nos vamos, pero no entiendo porqué es que esto pasamos.

Ya pasaron muchos días, no he comido nada, y siento que vuelo,

Y mi alma se libera del cuerpo, que es abandonado solo en el desierto...

 

Y mi sueño continúa, pero fué todavía mas cruel y terrible,

Pues soñé que era una niña dulce, que alegre corría al aire libre,

jugaba con mis amigas, estudiaba un poco, quería leer y escribir,

Hasta que me llevaron a otro lugar, y mis padres nada pudieron hacer.

Me cortaron los genitales, con un hierro caliente, y casi me muero,

Apenas sané, me entregaron a un grupo de soldados, y me violaron de uno en uno,

Me causaron dolor en cada encuentro, para eso es que me mutilaron primero,

Pues dicen que es pecado el sentir placer para una mujer en el apareamiento.

Golpearon mi pequeño cuerpo, abusaron de mí hasta el agotamiento,

Me dieron extrañas sustancias para que no pudiera salir corriendo,

Y cuando se cansaron de mi, junto a mis amigas, me cortaron el cuello...

 

Seguí llorando muy buen rato, estando ya despierto,

Peor aún, se que esto no es un sueño, es una realidad de nuestro mundo entero,

Donde la crueldad con los pequeños e indefensos es una constante,

Que nos ha convertido en una especie horrible y abominable.

Quiero dormir de nuevo, soñar que todo esto, es solo un cruel sueño,

Que Dios al fin ha despertado, y ha logrado que nosotros despertemos,

Y recordemos que somos producto del amor, y que por eso debemos

Dar solamente amor y cariño a todos nuestros indefensos niños pequeños...