Mariposas empezaron a volar.
Es tiempo de San Juan y
la madre cortó a la niña el pelo
para dejarlo flotar.
El verdor revienta en los prados,
garzas vuelan,
aves trinan y estas tardes se hacen grices.
Suenan cigarras,
crece la hierba,
huelen las flores y el suelo,
azulean las montañas,
resplandece el relámpago,
estalla el trueno y
el alcaraván canta en
círculos concéntricos.
Amada, ven y entremos a la alcoba.
¿Acaso hay algo más sublime
que este ruido contra el techo?
Con estos goterones,
hechos de humo y frio,
no quiero mansión ni castillo.
Esta techumbre
de sueños y sábanas
empapadas a tu piel.
Contigo, que llueva,
que llueva; sí, que llueva y
llueva toda la noche y el día y
que nunca pare de llover.