Corre como una vil presa
sin aflojar la submarina marcha
con la soberbia del silencio
en su oscura retirada;
ahora sabe cómo es de toxico el miedo
ahora sabe cómo es de terrible el desamparo
ahora saborea la bronquial desventaja;
atrás encarnizados y bélicos perros
le desenmascaran las huellas fugaces
le otorgan encrucijadas cenagosas
lo acosan con abanicos y de miles maneras
lo quieren crucificar a machete;
al intenso asesino no le inspira el hambre
al virulento asesino no lo ilumina Dios
al maldito asesino no lo sacia la sangre
al salvaje asesino no lo cobija la ley;
el perseguido corre bajo un cielo plomizo
y la tierra le inventa crestas y serranías
y los ríos se le forman plumíferos y profundos
y la gente se le torna quisquillosa y pendenciera
y la noche se le trueca sólida y transparente;
corre como un venado vietnamita
corre como un andamiaje mecánico
corre como un barco vikingo
corre como un drenaje espacial,
bzzz bzzz bzzz le zumban las virtuales orejas
iii iii iii le cantan las varoniles costillas
tás tás tás le retumba el templado corazón,
mientras los galgos del diablo
no callan su venenoso guau guau guau;
ahora sabe cómo es de inflamable el desconcierto
ahora sabe cómo es de caluroso el desconsuelo
ahora sabe cómo es de sarnoso el desamor;
al afilado asesino no le preocupa la culpa,
al ponzoñoso asesino lo domina la ira,
el detestable asesino está enfermo de venganza,
el sanguinario asesino ha comprado la inocencia
y su oficio es la tragedia;
el pálido perseguido corre,
defiende su ultimo y nítido latido,
ejercita su abdominal esperanza,
dibuja en la memoria
su silvestre escapada.
JOHN WILLMER
JOHN WILLMER