No pude mirar los ojos de su alma
porque no tenía alma y en sus ojos
habían espejos rotos y vacíos
cuyos fragmentos heríanse a si mismos.
Vestía sensualmente, era una dama
con bucles, sonrisa gélida y adornos,
pero miraba revelando abismos.
Por alma poseía un frágil trono
que transmitía destellos de su drama.