Los poemas que no escribí
lo escribiste tu en mi boca
con el sabor inmensamente feliz
de mil mariposas.
Se escribieron en la noche
con sabor a primavera
con los latidos de nuestros corazones
convertidos en estrellas.
Se escribieron en el alba
de despertar en tus ojos
como si el sol de la mañana
fuéramos nosotros.
Se escribieron en la tarde
con sabor a palomas,
con sabor a mirarte
entre mis brazos y mi ropa.