a Meredith y Oriana,
fuente y luz de mi existencia...
De cuidarlas nunca se cansarán mis manos.
ni de estrechar la ternura de su sonrisa pintada,
con acuarelas de sueños, con mi locura inventada,
con el susurro frecuente, y la admiración silente,
que me revelan al verles la adoración de lo humano.
Y de adorarlas nunca se cansarán mis manos,
de consolar sus heridas y de abrigar sus mañanas,
de alimentar su sonrisa aunque fallaran las ganas,
de cantarles mis versos, de inventarles mil cuentos,
pues serán mis pretextos para explicar que las amo.
Y es que de amarlas nunca se cansarán mis manos,
aunque mis manos se sequen y mi guitarra tropiece,
aunque la luna se aleje y mi mirar enceguece,
pues la caricia y la luz que mis princesas regalan,
son la confirmación de que Mi Dios no jura en vano.
Jhovanny Alberto
19, Junio del 2016