Los lentes del tío
Venía de la capital de los libros, llamado así, por su tío,
Debajo y arriba de su ego, encumbraba su diploma de universitario
Un orgullo valedero, todo le costó , se veía fatigado.
Nada se reclamó, seguro y con semblante severo, su tío, quién lo había
adoptado, cuando sus padres fallecieron en un accidente, lo
consentía, su carrera era bien costeada y guiada, no lo
dejaba en fechas especiales y cuando venía, la casa era frecuentada
por sus compañeros de infancia
Siempre Victor, a pesar de su cariño por su tío, y de reconocer cuanto
afecto que éste, le prodigaba, menoscababa su personalidad, sentía como
un poco de vergüenza, desalineado y un (para él) gusto desmesurado
por el humor, le abochornaba frente a compañeros de estudios.
Su tío, a la vez, en su fuero íntimo, deseaba que Victor, riera con el estómago,
que valorara las hortalizas, los frutos de estación y a las personas
que oficiaban de siervos, porque para el eran sus amigos, caídos
en desgracia, por ello, tenían que vivir con él y gozar de su hospitalidad...
Mientras regresaba, rodaron apenas dos lágrimas, sabía que encontraría
la casa demasiado sola y grande, su tío, había partido a una vida mejor,
llena de platos sabrosos, hermosas mujeres y buen vino, así describía
él “ el más allá”. Lamentó no hacerle saber de la existencia de Claudia, hoy
su prometida, pensó, le hubiese gustado, no por ser profesional, elegante
y todos sus dotes, del cual se había enamorado, sino porque a pesar
de su perfil elegante, era pura alegría, amaba la vida, y de todo hacía una
fiesta.
Llega a la que desde hacía un mes era su casa, con sorpresa lo espera Juan,
el mayordomo, le estaba lustrando la joya, un auto clásico impecable
antiguo, su tío vivía lustrándolo, todo original, hasta la pintura era de
fábrica, recordó sus palabras textuales, este es tuyo, tiene su valor en
peso!,
Juan, lo saluda, baja sus maletas, y ofrece el almuerzo, mientras comunica
que Cleo, dejó en la nevera, su plato preferido, el baño y su ropa de casa,
en la habitación que le corresponde.
Todo ordenado, parecía que su tío aparecería, como siempre lo hacía, con
esos brazos que abrazan y un regalo de bienvenida, realmente lo extrañaba
II
Su personalidad casi lo obliga, a permanecer con su gesto sobrio y manteniendo
distancia ante quién se le cruce por el camino, se ducha, come y toma una siesta
Y llama a Claudia, se reconforta al oírla, ella se ofrece a ir acompañarlo, él gustoso
consiente sin pensarlo mucho, nada, vendrá lo que dure armar su valija
Entusiasmado, baja la escalera, quiere que Juan disponga una habitación
y todo lo necesario para recibir a su novia.
Juan, con un gesto familiar le anuncia que ya está todo preparado, que
las frutas frescas, las que a su prometida le gustan, ya habían llegado,
de hecho en un lugar fresco de la hacienda, estaba la orquidea, su flor
preferida, Victor, queda asombrado, Claudia, era solo conocida por él
nunca quiso llevarla a ese lugar, no le parecía apropiado, ella era
de otro lugar, y no encajaba en este círculo, rústico, hasta tosco,
No pregunta, va al escritorio de su tío, hasta siente el olor de su presencia,
no le molesta, lo añora, se sienta frente a su vieja máquina de escribir, a la derecha
lo asombra u n cartel grande, ¡¡¡Bienvenido Victor!!!, y una paquete no tan grande
envuelto en papel madera, así hacia su tío los regalos.
De su tío, que al parecer, no dejó puntada sin hilo, esto no pasaba de ser, uno más
de sus excéntricas acciones, le gustaba el gesto, estaba acostumbrado
Al abrirlo, queda pasmado, eran sus anteojos, una de las patillas, estaba rota, y
para poder usarlo estaba sujeto con un elástico, sin duda alguna, su tío, que
tenía su buena fortuna, no sabía vivir.
Unas líneas cortas, en la caja, con irregular escritura, ponte estos anteojos sobrino,
esta es mi verdadera fortuna, mi verdadera herencia, y con mayúscula, una palabra
PROMESA!...
Recuerda a su tío, jamás haberlo visto sin ellos, de hecho, no eran de un material
costoso, y tampoco sus cristales, eran tan gruesos, que meditara tenerlos puestos,
en la forma que lo hacía.
Sonríe, mientras le nace desde el alma, perdona tío, pero, esto sí, que
no te lo prometo.
III
Sale de la oficina, suena el celular, era Claudia, se anticipa, como siempre
murmurando, seguro que no viene, y acepta la llamada, como malhumorado
Claudia, ríe y dice faltan tres horas y llego \"chiquito\", espérame amor!!!,
Se alegró y avisó a Juan, que prepara el coche, Victor, era un chico, que se
disfrazaba de serio y hasta hostil.
Se viste, un deportivo azul eléctrico, sus zapatillas clásicas, de cuero
y baja, como jugando, se coloca los viejos anteojos, siente un mareo extraño,
que lo obliga a sentarse, se le nubla el espacio y va recobrando su bienestar,
muy lentamente, se disculpa pensando que era la emoción de pensar que
su alegría de vivir, estaba a un paso de llegar, se olvida que tienes los anteojos
puestos, y sale al porch, ve lo que al entrar, no se había percatado, todo estaba
florecido, un césped verde intenso, y la fuente como nunca desbordando a cantaros
Un sol abundante, un día demasiado hermoso para no caminar, de un brinco bajó
dos escalones que lo dejaba en el jardín, se río a carcajadas, al ver a Pierre, el viejo
perro de la casa, juguetear con la pelota de trapo, que nunca le agradaba, por su
estado, tan vieja y antihigiénica
Grita- Juan, prepárame un caballo, voy a dar un recorrido, Juan, lo escucha y
va a la caballeriza, le trae, a Libre, favorito de su tio , uno de los últimos que compró,
una belleza, esbelto, zaino negro, con porte, de línea árabe, raza de caballos de montar,
Según su ex dueño, que paseaba con él, deleita, por su trote.
Ahora, él era el dueño de Libre, ese era su nombre, comenzó andar, se sintió tan alegre,
que amplió su recorrido, perdiendo la noción del tiempo, está cayendo la tarde, y pega
la vuelta, se deja llevar por Libre, que lo viene devolviendo a la casa, levanta la mano,
y saluda a vecinos, quienes con grata sorpresa lo saludan.
IV
Claudia, ya había llegado, y lo esperaba con una amplia sonrisa, feliz,
amaba tanto a Victor, lo admiraba, y estaba extasiada por su inteligencia.
Victor, desmonta a Libre, con un agilidad extraña, como de siempre, Juan
lo lleva a su lugar, para darle algunos cuidados propios.
Mientras Claudia, abrazada a Victor, le va comentando las peripecias
del viaje.
Es la hora de la cena, y Victor, tenía una pregunta en la punta de sus labios,
una curiosidad, rara pero, predecible hasta para su misma novia, detalles
que giraban en su cabeza, al que no encontraba explicación, y solo ella,
podía liberar.
Comparten la cena y él está feliz, hasta eufórico, ella, lo nota, pero nada dice,
Tomando el café de sobremesa, Victor, larga la pregunta ¿Cómo pudo mi tío,
saber tus gustos, sin conocerte?- Con una sonrisa tierna, Claudia, le devuelve
una respuesta con otra pregunta ¿Qué fue eso de salir, reír, y pasear, saludar
a la gente del lugar, montar a Libre? La respuesta de Victor, tiene lógica,
creo que me alegró que vinieras para aquí, pero no has respondido a mi pregunta
inquiere Victor.
Y Claudia, un poco entristecida, no has conocido bien a tu tio, él supo de lo nuestro,
antes de que iniciáramos nuestra relación, aprendió mucho de tus gustos, se
interesaba tanto por tu vida, que me hiso prometer, que te amaría por siempre, y
sabes así lo haré.
Claudia ha notado que Victor, es otro, sonríe, levantó los platos, bromeó con Juan,
y lo dispensó de su tarea.
Victor, sencillamente, tenía la cuota necesaria, para ser su hombre maravilla...
Victor, sentía a su vez, que todo era cálido, lucía diferente, como el hogar, que
una vez supo tener.
Por la noche, al cambiarse para ir a la cama, intenta sacarse los anteojos
que permanecieron desde temprano con él, y NO SABE PORQUE, DECIDE
DEJARSELOS PARA SIEMPRE...TUVO UNA VISIÓN DIFERENTE.
Fin