A LAS MUJERES
QUE ME HAN POSEÍDO
Permití que me envolvieras
en tus cálidos corpiños.
Tus encajes se adueñaron
de mi piel y de mi edad.
Atrapado entre tus brazos
volví de nuevo a ser niño
rotozando igual que potro
sin domar en el corral.
Sorprendidos por el alba
nuestros cuerpos enlazados
rocobraron el aliento
que entre las sábanas blancas
quedó cual sello inmortal.
Podríamos ya no vernos
ignorarnos por completo
pero aquel húmedo embrujo
de nuestra cópula eterna
en la pátina del tiempo
por los siglos viajará.
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino