El amor no es casualidad,
nada más lejos:
el amor es voluntad,
el destino lo sabe por viejo.
La voluntad de enamorarse
existe,
sino fíjense en mi:
Yo lo amé porque quise.
No me arrepiento
de haber querido quererlo
aunque ahora se hizo muy tarde
para ahogarme en arrepentimiento.
Como flor de otoño fui,
es sus más locos sueños.
Rara como encendida,
agua en su árido desierto.
Si nada bueno fui
de corazón, lo siento,
yo nada mejor viví
que el haber querido quererlo.