Y ahora sí, cascabeleros estudiantes, temblad porque se os viene cabalgando la luz del conocimiento mientras tanto despunta el amor, penúltima estación de la existencia sintiente y consciente. No la desperdiciéis porque si se dispara fugitiva no lograréis alcanzarla por más veloces que fuéreis, por más avisados que pareciéreis, o por mas alados que os creyéreis. Huid del tedio de la repetición y del absurdo, aunque ardan, llegados al sol, ya derretidas, vuestras tenues alas de cera de blanco perfumadas y cantad el himno al cascabelero de la nostalgia sapiente.