Agónico y cansado del destino
Por marcha de quien fue mi compañera
Espero que la muerte sea ligera
Trazándome su rápido camino
La vida de mi cuerpo ya termino
Y aguardo por verdugo y calavera,
No encuentro ni aliciente ni manera
Que salve ser de mí, propio asesino
El rostro del espejo es un espanto
Mirando su congoja y desconcierto
En lúgubre apariencia y triste llanto,
En polvo poco a poco me convierto,
No recen más por mí que no soy santo
¿De qué sirve llorar?, si ya estoy muerto…