Inevitables retazos de pérdidas tirados en la alfombra,
Idealizaba afanosamente mi utopía junto a ti,
¿Qué más pedirle a la vida cuando amado me sentía?
Estropeaste el estante que albergaba fantasías
Y sin más despierto con el sabor amargo
De un gran sorbo de vino añejo.
Recoge el reguero, lávame las penas y cierra la puerta;
Que si Dios guarda misericordia para esta alma
Clamaré angustiosamente justicia divina,
Desaparece de mi calzada y empieza a deambular
En la penumbra de esta noche que sin reparos
Te reclama la agonía vasta de mi vida.
Me muero sin ti muriendo contigo,
Muriendo nos amamos, muertos, amarrados
Muérete tú de mí, que yo me muero de ti
Si al final en las enredaderas del averno nos hallamos.