Cada noche en el sendero sin nadie
tus ojos se hunden en mi corazón.
cada noche por los cristales de mis manos
te asomas desnuda, sin dolor.
Casi sin heridas, sin polvo de tristeza
cada noche en la desnudez apareces.
Lejana de la lluvia, lejana por asombro
me corresponde a un paso del deseo
alistar las caricias cuando llega la noche.
Cada noche amo tus labios en el beso
ese beso que dan solo las promesas.
cada noche vuelve el dominio de estar contigo
la superficie de todas las tormentas.
Casi sin heridas, te inquietas como el mar.
Te acuestas a mi lado y no dejas de mirarme
Te mueves un poco y humedeces la orilla.
Al amarte puedo palpar esa grieta.
En el ser de dominarla se humedece la tierra.
Casi sin heridas que se enredaron en tu pelo
así naces de mis ojos, esa silueta de amor.
Casi sin heridas dominas el desafío
de la ausencia, llegas de mujer, sin tu vestido.
Es irremediable ese borde que tienes,
que con solo rozarme espanta mi calma.