Entraba la primavera
los claveles florecían
en el jardín se sentían
los olores de chumbera.
Yo corte una blanca cala
pues su color es pureza
y con pasión y presteza
me dirigí hasta tu sala.
La coloque en tu mesita,
en tu mano la tomaste
en jarro la colocaste
besándola suavecita.
Que dulzura en tu sonrisa!
que ternura en tu mirada!,
sentí en mi alma enamorada
una fresca y suave brisa.
Exclamaste: Cuanto te amo!
te respondí: yo te adoro!
En inesperado coro
de pasión hicimos ramo.
Después de aquellos instantes
nuestras bocas se juntaron
y en nuestras almas brotaron
fuegos y luces radiantes.
Después de aquel bello día
al despertar la mañana,
abierta ya tu ventana
una cala te ponía.
Ah! Que esperanzas, que sueño!
por mi mente divagaban,
cual mariposas volaban
porque me sentí tu dueño.
Ah! Que inocencia la mía
que creí fueran eternos
esos momentos tan tiernos
cuando en tu pecho dormía!
Olvidaba en mi delirio
que toda flor se marchita,
aún que sea exquisita
se vuelve fúnebre cirio.
La sala no tiene flor,
en mi alma no hay ilusión,
remembranza ahora son
de aquel dulce y tierno amor.!
Autor: Aníbal Rodríguez.