¡Feliz el alma y corazón contrito
que en la misericordia se ha bañado!
¡Dichoso aquél a quien le han perdonado
para siempre su culpa y su delito!
Brillarán como el sol sus vestiduras,
en la frente tendrá el divino nombre
de Aquél que decidió volverse un hombre
para quebrar así sus ataduras.
Con Él al Padre eterno alabará
con paz en su semblante y su mirada
y sus seguros pasos seguirá.
Del pasado dolor no habrá más nada.
¡Todo será gozoso al corazón
junto al de Aquél que le otorgó el perdón!