Me hace sentir en extremo desdichada no tenerte dentro de mi vida. Verte como un amigo. Mirarte nada más estar tan lleno de belleza, en tu caminar y cuando tus labios se mueven para decirme el más interesante pensamiento o para humedecerse con tu lengua. Es doloroso sentir tu calor a pocos centímetros de mí sin poder abrazarte, o besarte, o tenerte, o que tú me tengas.
Tan desgraciada me vuelve sentir la incertidumbre y peor, la seguridad de no verte el día de mañana y quién sabe hasta cuándo; que la ausencia de tu mirada me lacere a pesar de no ser con los mismos ojos que yo te veo. O bueno, no lo sé, eso no lo sé y por mi grande tragedia me atreví a averiguarlo.
Ahogada en el infortunio de mi querer, me pregunto si tú quisieras estar conmigo. Porque de ser así sería la cosa más estúpida darnos la vuelta y dejarnos ir.