Las ansias de vislumbrarte a diario
Enervan mi serena actitud
Porque tu mirada tiene la virtud
De retumbar en mi pecho como campanario
El movimiento dorado de tu cabellera
Danzando confabulado con el viento,
Roba miradas al mundo, y a mí el aliento
¿Cómo detengo esta involuntaria embelesadera?
Tu alegría dadora de paz y sosiego
Es luz que llena recovecos oscuros
A donde huyen los sentimientos impuros
Que envenenan al corazón, y lo hacen ciego
Por eso pienso en tus ojos de oliva
Como la cura de todos los males,
Sanadores, pacíficos como pastizales
Y como puertas a un cuarto ignoto de la vida.
Naturaleza, con su pincel sintióse Salva
Decidida e inspirada miró al lienzo
Trazó con magia lo que a la pintura un verso
Y plasmó en él tu rostro de alba.
Así que miro al algodón azucarado de tus labios
Como manjar solo para dioses reservado,
Y aunque no soy un dios, soy poeta, aferrado,
A la certeza de la divinidad en un poema, pues es de sabios
Y con esta certeza inamovible, voy decidido
Tras la empresa loable de un beso tuyo
Que sacuda mares o saque a una flor de su capullo
Para regresar el tiempo y sentirme renacido.