¿Y tú qué culpa tienes si otras manos, si otro sol que no sale por el Este y no es de júbilo acaricia tus pechos? Estas cosas ocurren y la Biblia no dice si ayunaban los sábados y era viernes el día en que se hicieron amigos para siempre la ballena y Jonás, para el caso es lo mismo, lo que cuenta es que existen cetáceos que vienen a flotar sobre la infancia de una isla imposible y emergencias que comienzan a ser cuando se escucha la voz de algún profeta en los teléfonos móviles. Me sucede que leo los periódicos y no siempre comprendo que haya gente capaz de enamorarse de un insecto, no adivino qué placeres esconde una muñeca de plástico ni en qué idioma se expresan los ministros que visitan las cárceles. Pero ocurren, son cosas que no tienen qué ver con el azar ni se despiertan en cueros cuando llueve y son como la fea que te encuentras una noche en el baile, como esos girasoles que se mueren buscando en los desvanes la oreja de Van Gogh. ¿Y tú, qué culpa tienes?