El poema de la fortaleza.
Este segundo que enseguida se presenta
No será retrato del que ahora se recuerda;
En tu noche universal que se alivien los pesares
Que la vida te sonría y te enseñe más lugares;
Cuando te describas sórdida, cuando pierdas la cabeza,
Que no falte en tus manos el poema de la fortaleza;
No lo escribo en vano, no es como los demás,
Es una hoguera de ilusión que no se apagará jamás;
cuando el vaso de agua esté vacío, o a punto de vaciarse:
Que no sea problema, sonríe, el mundo va a inundarse.
Y si quieres y si puedes y si el tiempo te deja,
Que mi imagen viva un rato en tu mente, en vez de la queja.
Es tuyo para siempre, Léelo en voz alta, léelo hasta recitarlo,
Tal vez… tal vez… ¡tal vez un día! ¡tal vez un día! de ti pueda escucharlo.