Cómo serían mis ojos
sin los rayos de su cielo
aún sin el paisaje dócil
de sus iris?
Qué abandono habría
en mi rostro
sin los ojos de Jesucristo
que devotos tiñen
de blancura el alma mía.
Es su mirada el color de mi día
la hondura de mis sueños
como pintura en el firmamento
de angeles, paz y alegrías.
Quiero descansar en sus ojos
en su luz de amor
de mi fe que ilumina
cuando se apaguen los míos.
Rosa Maria Reeder
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