Solo se puede decir que las cosas no pueden ir peor,
y yo, no puedo estar más adormecido que ayer,
pues siempre estuve dormido cuando lloró el santo de mis manos y
canto el gallo de mis ojos.
Fue cuando me di cuenta,
el preciso momento en el que no pude salir ya
del hueco de la edad exhumada
por la mente y orquestada por las letras.
ahora puedo decir con toda confianza
que ya no siento nada,
porque, desde hace tiempo que todo
ha empezado a tener el mismo sabor.
me siento mal, pero intento ser fuerte.
Quiero seguir sentado, porque
cuando me paro me duele la herida,
esa que se gana al crecer y que
no la causa nada, sino que
viene junto al corazón y
se añeja para hacer un vino
de bilis que toma tintes oscuros a veces y
otras solo se vuelve costumbre,
a veces miro dentro de mi pecho,
y puedo ver porque mi pecho esta hueco y
mis ojos convulsionan.
Se puede sangrar toda la vida sin morir,
pero es lo mismo que estar dormido,
que es sinónimo de estar muerto,
son momentos cafés los que se sueñan con alegría,
y son momentos de respiración
lo que se sueñan con conciencia,
por ahora intento, ya no,
ser fuerte, sino aguantar
hasta que el olvido calcine
lo que en fotogramas se trasluce
como un hombre amado.
Llorar no es de mujeres,
sino de ociosos, por eso yo no lloro,
pero a veces vago en seco,
con conflictos del futuro y
asesinos del mañana,
sé que suena ridículo lo que digo,
pero decirlo así le da un toque
de locura aceptada, y no de represión
por ser un lobo abrasado por
llamas de cigarrillos de tiempos
que no se pensaban ni por Dios.
Hoy voy a derretirme en una lagrima y
seré feliz, porque, el viento la secara y
la elevara por el olvido de la ausencia,
quiero derretirme, pero intento ser fuerte,
y aguantare sentado.