Me hechizaste aquel día sonrisueño
con ajorcas, aretes y azucenas,
tal regalo no fue lo marfileño
ni me dio la sonrisa de sirenas.
Me gustó de verdad tu desempeño
al quitar de mis ojos las arenas,
los sargazos y gnomos de un mal sueño,
qué sublimes tus olas en mis venas.
¡Con espumas de un mar aljofarado
y el extracto de mágicos perfumes
en el alma tu boca me ha besado!
¡Ya no dudo los roles que presumes:
si recoges los vinos que he botado
puede ser que mis líquidos rezumes!