Escribiré Fe en palabras de idiomas muertos,
Para que sean relevadas por música eterna,
Que tus labios heredan en dulces notas,
Y para que esta sola palabra me de vida,
Aquella que sólo puedo hallar en tiempos idos,
Donde la tierra ha dejado impresa tu huella perenne,
Huella que lavó el polvo con la lluvia de la espera,
Que forjó como hierro ante el sol candente.
Escribiré Fe con letra ya no hecha,
Aquella que ya no se habla;
Escribiré Fe sobre mi piel inerte hecha de barro,
Donde el sol me de vida como alma sensible,
Y donde la lluvia le de sangre a mis venas,
Como dulce néctar o savia de una vieja vida, rediviva.
Escribiré Fe bajo mis huellas
Y al lado suyo dibujaré tu nombre,
Para guiarme cual norte con que he de hallarte,
Siguiendo el camino del viento,
Donde tus pupilas nacieran con luz de noche,
En crudas sombras de cruel invierno;
Escribiré Fe en mi firmamento,
Y en mi suelo preguntaré por tu nombre,
Para saciar mí sed de amarte en tantos años,
Para calmar mis ansias del no abrazarte más en sueños.
Escribiré Fe en palabras de un lenguaje muerto,
Aquel del cual ya no se habla…
Porque al dejar espacio entre tu vida y la mía,
Murió un cielo y un poco de mi alma…
Escribiré Fe con tu nombre en mi pecho,
Para que seas mi norte un invierno de noche…
O un puerto azul de primavera en el día.
Escribiré Fe en palabras sencillas,
Una noche de luna llena,
En que un beso tuyo me de vida,
Con viejas palabras, hechas de amor nuestro.