RECUERDOS SIN MEMORIA
En los pliegues de mis antiguas historias
hay visiones de viejos paisajes olvidados,
pero no por estar perdidos en mis memorias
aquello que olvidé nunca más sería recordado.
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Quizás uno recuerda solamente lo que quiere ver,
pero la realidad, en cambio, es la absoluta Verdad,
y mientras no se preste atención a lo que pudiese suceder,
estamos navegando en una ficción en donde hay solo ambigüedad.
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Porque la realidad en que existimos, no solo es una tangible realidad...
es a la vez una patraña, una tonta ilusión y, además, una cruel fantasía,
ya que uno CREE estar solo, pero hay miles de universos en libertad,
que acompañan nuestras tristes o bellas soledades de cada día.
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Mientras tanto, el duro espejo de la Vida
nos entrega una imágen más real,
que no es solo un reflejo fantasmal,
aunque sea una imagen desconocida.
¡Es el alma, que es el espejo de nuestras vidas!
Se pueden simular actitudes y mentir comportamientos,
pero, a la larga o a la corta, ella demuestra, con sus realidades,
cómo somos para con nosotros y para los demás, sin miramientos,
sin poder ocultar malas conductas o esconder crudas verdades.
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Me decía mi padre, cuando vivía, muy sabiamente,
que para ser un buen mentiroso -con todo rigor-,
se debe tener prodigiosa memoria (lógicamente),
evitar caer en equívocos y negar errores con sumo vigor.
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Por eso, solemos ser fruto de nuestras propias inseguridades;
nos refugiamos en quienes creemos que salvarán nuestras caídas,
pero, a veces, nos opacan y nos moldean para sus propias necesidades,
y cuando nos percatamos de ello, ya estaremos viejos o perdidos en la vida.
Al no recordarlo, ¡debemos empezar a vivir de nuevo todas nuestras prioridades!
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Y por alguna extraña circunstancia, a pesar de obtener ciertas valiosas experiencias,
olvidamos resultados de viejas y fallidas alianzas con quienes dañaron nuestras existencias;
y motivados por falsas promesas incumplidas no recordamos que tuvimos antiguos enemigos,
y cometemos los mismos errores repetidos en la vida y por estúpidos ¡reiteramos los castigos!
sin recordar jamás los escarmientos -tal como nos engañan los políticos y malos amigos-,
y repetimos los equívocos, nos creemos las mentiras y soportamos malos momentos.
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Eduardo Faucheux
17-11-2016