No puedo sostener,
esta vivencia,
crucial, desangelada,
de tu ausencia,
huérfano de toda fe,
sin confidencia,
enrebelada fatal,
vacía insuficiencia.
Qué‚ misteriosa,
Musa sorprendente,
veo en tu rostro azulino,
y confidente,
qué‚ beso celestial,
qué contundente,
comprobación,
sensitiva y eminente.
Acaso el giro universal,
omnipotente,
desorbitado de amor,
gris, inocente,
herido de amor total,
de mala muerte,
cubra esta desnudez vital,
y penitente.
Espero tu mano,
temprana e imprudente,
el magma de volcán,
la flama intensa,
la máxima expresión,
la llama inmensa,
la inefable palabra,
de amor la preminencia.
Te quiero duende,
que vela y me revela,
una necesidad, un deseo,
una utopía,
una convocatoria esencial...
una porfía,
la exacta combinación,
de ser y fantasía.