Quiero ver cruces descruzar sus miradas
y pasos pasear al pasado,
pues ahora esto es un sinsentido desinteresado
o un andar sin ganas,
resentido y desertado,
desterrado,
como el polvo que se atraganta al fondo de mi garganta.
Miro al cielo
y no veo nada más que paraguas que ya no sirven de nada,
y tejados malditos sin agua,
o pararrayos disecados que desconocen la tormenta.
Estoy condenado a ver el cielo y las estrellas,
parpadeantes,
tan falsas y pedantes como antes,
y sueño con la lluvia,
pues el suelo envejece a mis pies,
la hierba se evapora sin su ayuda,
y la mar se retira, acalorada:
Sin su ungüento necesario se oxida.