No debo aferrar al pasado.
Pero no lo puedo evitar.
En la actualidad no puedo decir
que no soy plenamente feliz.
Cuando niño así lo pensaba.
Mi niñez fue maravillosa.
Y estaba en la creencia
que así toda la vida sería.
Plena de felicidad.
Te conocí, nos enamoramos.
¡Oh, qué grande fue nuestro amor!
¡Éramos tan jóvenes!
Nuestro era el mundo.
Bailabas al compás
de un ritmo enloquecedor.
Ese ritmo me enloquecía
de felicidad porque tú lo bailabas.
Fuiste una bailarina bella,
hermosa y con la personalidad
de ése, tu talento digno
de interminables aplausos.
Continuas noches viéndote danzar.
Noches plenas de amor y gozo.
Paseábamos por la gran Capital.
Hicimos el amor como dos amantes,
plenos de juventud y deseos...
Pero todos tenemos un destino.
Un final... inesperado.
Después de despedirnos
aquella mañana,recién por la noche
conocí a tus padres y hermanos.
Preferías no fuese hasta
su oportuno momento.
No se presentó esa oportunidad.
Tus padres, hermanos y yo...
rodeábamos el féretro
en el cual dormías.
Dormitabas el sueño de la muerte.
Un maldito conductor,
al cual nunca se encontró,
con su auto te chocó,
y hallaste la muerte.
Temprano te vino a buscar.
Décadas han pasado,
y aunque muchas veces he amado,
aunque en este momento
de mi vida amo y me ama,
nunca he dejado de pensar en ti.
Por tu ausencia, mis lágrimas
siempre están presentes
en mi existencia.
Hugo Emilio Ocanto
BRIGADA DEL ESCENARIO
06/07/2016