En ausencia del líquido preciado
emanado por los dioses
en misericordia para los humanos,
extraño la fuente de tus labios
y el pan amasado en la figura de tu cuerpo.
Tu ausencia me golpea
como olas que mueren en las rocas,
y se clava en mi pecho
como miles de navajas corto punzantes,
me recuerdan que el amor rasga
como tus uñas rasgaron a mi espalda,
y quema como el dorado de las llamas
cuando atizas la fogata.